Esta página corresponde a las actividades realizadas
en el marco del proyecto de difusión "Arqueología somos todos" en su anualidad 2011.
Puede consultar el programa de este año en el siguiente enlace:

Conferencia del Dr. Alberto León en el Real Círculo de la Amistad de Córdoba


La noche del pasado 11 de abril tuvo lugar, en el Salón de los Sentidos del Real Circulo de la Amistad de Córdoba, la primera de una serie de conferencias que se desarrollarán en este espacio a lo largo del presente año, en el marco del Proyecto de Difusión "Arqueología somos todos. 10 años haciendo historia".

Bajo el título “La Córdoba cristianizada en los albores de la Edad Media” y ante una concurrida audiencia, el Dr. León explicó la evolución y desarrollo del Cristianismo en la ciudad de Córdoba entre los siglos IV y VIII, tomando como principal fuente de información los vestigios arqueológicos aparecidos en la ciudad, pero sin desdeñar, lógicamente, lo que relatan las fuentes escritas.

Así, y tras una introducción general, el Prof. León mostró a los asistentes los vestigios que han llegado a nuestros días referentes a este periodo: sarcófagos con iconografía cristiana, lápidas, restos de decoración arquitectónica, ladrillos decorados etc… Al margen de estos elementos, la mayoría de ellos custodiados en el Museo Arqueológico, presentó las hipótesis de restitución de las plantas de alguna de las basílicas que jalonaron la ciudad durante este periodo, así como de construcciones civiles de gran entidad como las descubiertas en el Patio de Mujeres del Alcázar de los Reyes Cristianos.

El conferenciante dejó bien claro que esta línea de investigación está abierta y que, a día de hoy, plantea más interrogantes que respuestas. No obstante, y a pesar de ésto, expuso cuales fueron los motores que movieron a la ciudad en unos momentos en los que la Antigüedad estaba a un paso de acabarse y ya se sentía el incipiente comienzo del Medievo. En este sentido, el papel que jugaron los mártires, como protectores de la urbe cristiana, y los obispos, como máxima autoridad religiosa –y hasta cierto punto también civil- de la misma, fue fundamental en el desarrollo de un urbanismo explícitamente cristiano.